como en sueños, veía a mi ángel de la guarda,
envuelto en una capa de sombras y de rayos,
tendiendo hacia mí sus alas sonriente;
pero en cuanto te vi con tu pálida capa,
niña llena de añoranza y misterio,
aquel ángel huyó vencido por tus ojos.
¿Eres demonio, niña, pues sólo con una mirada
de tus largas pestañas, de tus ojos tan grandes,
hiciste que espantado mi ángel volara,
él, que era mi santa vigilia, mi amigo fiel?
O quizás!.... Oh, baja tus largas pestañas
para que pueda reconocer tus pálidos rasgos,
pues tú, tú eres él.